Tengo la impresión de que esa sensación que te corroe después
de pasar por uno de esos períodos de la vida que marcan para siempre, se ha
adueñado de muchos ciudadanos en España. No se trata de una gran depresión,
sino de sentir que nos vuelven a robar la ilusión. Un sentimiento, quizás
asentado en una buena dosis de ingenuidad, pero firmemente motivado por los
hechos que han sucedido ante nuestras propias narices en el escenario político.
El cierre del proceso de investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, ha puesto en evidencia
que los propósitos enunciados de regeneración democrática y de apertura a una
forma diferente de hacer las cosas eran pura panema. Así lo demuestra la formación de su nuevo Gabinete
compuesto por las caras de siempre, con escaso peso político, con exageradas
dosis de tecnócratas y meapilas, además
de un cúmulo de sombras que rodean a algunos de sus miembros. Entre ellos, Iñigo de la Serna, Fátima Báñez, Dolores de
Cospedal y Dolors Motserrat.
Nuevo Gobierno de Rajoy. |
Un clima que casi de forma unánime han retratado los medios
de comunicación en los que no se encuentran demasiados halagos a los pasos
dados por Rajoy y que además,
coincide con la culminación del golpe de
mano que llevó al principal partido de la oposición, el PSOE, a facilitar el proceso anterior
ya descrito.
La ilusión se pierde al contemplar como la actual dirección
socialista hurta a su propio partido la posibilidad de ser percibido como
auténtica alternativa. Y todo ello, por el empeño en ponerse al servicio de una
estrategia ajena a los intereses, o la opinión, de la mayoría. Es evidente que,
tras la decisión del Comité Federal del
PSOE, tomada en la madrugada del día 2 de octubre, con nocturnidad y
alevosía, otorgándose unos poderes ilegítimos, la distancia que separa a las
bases de la cúpula se acrecienta.
Gestora del PSOE. |
Incluso, los estómagos
agradecidos a la organización, parecen percatarse de que el camino elegido
no es el más idóneo. Ya que rompe, en lugar de coser, y agranda la distancia entre
las partes. La militancia quiere votar cuanto antes para que la democracia
vuelva al seno del PSOE, mientras que los mandarines pretenden que las bases
entren en letargo para hacer ellos lo que estimen oportuno.
Por otro lado, el claro intento de agitar las aguas en Podemos, lanzando torpedos desde el
conjunto de la derechona hacia la línea
de flotación del partido que lidera Pablo
Iglesias, tampoco ayuda a recuperar la ilusión perdida. Es llamativa la
campaña de desprestigio que se intenta culminar sobre la figura del senador
Ramón Espinar, un cazador cazado, con un supuesto
delito, que de ninguna manera es equiparable a las tramas de corrupción que
inundan las filas de los populares.
Concluyendo que es menester, quizá más que nunca, reunir
fuerzas de flaqueza y enfrentarse con energía a la tarea de recuperar la
ilusión perdida de cara a batallar con el enemigo que, sin duda, no son sólo
enormes molinos de viento.
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