Me había propuesto este nuevo año 2017 aparcar por una
temporada el escribir sobre el dramático conflicto interno que se vive en el
seno del Partido Socialista (PSOE)
desde hace ya más de tres meses. Pero, horror, no voy a ser capaz de llevar
adelante mi propósito, ya que estoy invadido por la misma sensación vivida por
el actor Bill Murray (Phil) en la
célebre película “Atrapado en el tiempo”,
de Harold Ramis, en la que una y
otra vez se veía obligado a retransmitir por televisión la fiesta del Día de la Marmota.
Y el problema está en que tras la reunión del pleno de la Gestora del PSOE del pasado cuatro de
enero, donde se realizó la convocatoria del Comité Federal para el próximo día 14, las cosas han ido de mal en
peor, si cabe. Ya no sólo por las incertidumbres que acechaban a la centenaria
organización, sino porque las tensiones han ido en aumento, no sólo gracias a
las medidas de represión adoptadas por los actuales mandarines socialistas, sino sobre todo porque a través de las
declaraciones del portavoz, Mario Jiménez, se ha visto el plumero
de sus aviesas intenciones. Coincido con lo que manifestaba el día seis el
diputado Odón Elorza “el Comité Federal
del PSOE del próximo 14 de enero viene cargado de malas noticias".
Mario Jiménez, portavoz de la Gestora del PSOE. |
Y las malas nuevas vendrían del intento de la Gestora, o de parte de ella, de diseñar
unas primarias a la medida de Susana
Díaz, al estilo de las que se realizaron en Andalucía, es decir, con la concurrencia de un solo candidato, para
lo que tendrían que empujar a Pedro
Sánchez fuera de la carretera. Y ahí entraría el jueguecito de malabares
que se traen con las fechas, que impide diseñar a cualquier otro candidato una
estrategia medianamente seria.
De otro lado, este posible amaño de las primarias
impediría llevar adelante lo que el Partido
Socialista más necesita en este momento, un debate profundo sobre el modelo
de partido, sobre su liderazgo y, sobre todo, sobre el proyecto del PSOE para España, que concite
confianza, voluntades e ilusión, no sólo entre los militantes, sino, sobre todo,
entre los posibles votantes y la mayoría de los ciudadanos. El PSOE, para poder regresar al poder,
necesita recrear el ambiente que se vivió en las vísperas electorales de 1982 y
que los que lo vivimos, no olvidaremos nunca.
Luego, los atajos para encumbrar a determinado candidato
sólo conducirían al cierre en falso de una de las crisis más graves por la que
ha atravesado el PSOE. A la
perpetuación de una estructura de partido que huele a rancio, está apolillada y
que disgusta hasta la mayoría de sus propios militantes. Y, además, a la
incapacidad para forjar el nuevo proyecto político que buena parte de la
izquierda de este país está pidiendo a gritos.
Si se optara por el camino que se antoja equivocado la
situación podría llegar a un callejón sin salida y que incluso podría llevar a
la huida del presidente de la Gestora hacia Asturias. Javier Fernández
ha mostrado en más de una ocasión su preocupación por la creciente contestación
interna que levanta Susana Díaz, que
permanece callada dedicada a las conspiraciones que la han caracterizado toda
su vida e impulsando variadas artimañas, un juego sucio, que a nivel federal no
le darán los mismos resultados que en su cortijo andaluz, donde gobierna, a
pesar de los claros apoyos que le brinda la derechona
de siempre.
Al margen, está la decisión de Pedro Sánchez, sus allegados piensan que pase lo que pase el 14 de
enero, el exsecretario general debería aclarar en ese momento cuáles son sus
intenciones de cara a las primarias. Una opinión que también empieza a cundir
entre sus miles y miles de seguidores.
De cualquier forma, espero que cuando llegue el 2 de
febrero, fecha en la que se celebra en la realidad el Día de la Marmota, la predicción que salga vaya en el sentido de
que el gélido y duro invierno que se vive en el seno del PSOE sea lo más corto posible.
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