Desde hace ya demasiadas semanas, Susana Díaz pasa parte de su tiempo entretenida en deshojar la
margarita que determinará la decisión más importante de su apretada biografía
política. La profesional no existe. Sí, no, sí, no, sí, condicionada por dos
elementos destacados, el miedo a perder y la ambición desmedida.
En círculos cercanos a la presidenta de la Junta de
Andalucía y secretaria general del
PSOE andaluz, aseguran no saber
a ciencia cierta si la presidenta dará el paso, o no, para intentar hacerse con
el control del PSOE a nivel federal.
Y puede que sea verdad. Susana Díaz se
ha tomado el empeño como algo muy personal y poco a poco, ante las presiones,
que son grandes y muchas, que recibe desde el actual escenario político y
económico, se va dirigiendo a un callejón sin salida, presentarse a las
primarias.
Para lo que ya ha empezado a tomar decisiones y compromisos
que van a ir hipotecando su futuro y que harán difícil su vuelta atrás. Aunque
en el devenir de la gestión cotidiana de la administración andaluza sufre,
según alguno de sus colaboradores, auténticos ataques de pánico o ansiedad. “Hoy
está en el que no” se puede escuchar por las oficinas presidenciales.
El acto, supuestamente municipalista
del sábado día 11, en el Auditorio de la
ONCE, no podía ser una casualidad la elección del recinto, como tampoco podía
ser fruto de la improvisación que el Congreso
del PP tuviera lugar en la CAJA Mágica.
La convocatoria llegó a la hoja del calendario cargada de sombras y misterios
sobre quiénes eran los organizadores, quiénes estaban invitados, o no, y lo más
importante, quién o quiénes corrían con la cuenta de gastos del intento de baño de masas de Susana Díaz, que no debió resultar moco de pavo.
Personalmente me decepcionó la intervención de Susana Díaz, no porque creyera que iba a
realizar el anuncio tan esperado, ¡me tiro al barro!, sino porque sólo fue
capaz de ofrecer más de lo mismo. Un discurso para parroquianos, o miembros de
la agrupación socialista de Triana,
en la que sólo le faltó abrazar a las
farolas.
Una retahíla de palabras huecas, eslóganes manidos. Como
destacó con brillantez el compañero Rafael Porras en El Mundo “rodearse de
una multitud para expresar la nada”. Sólo logró innovar su hueco discurso
añadiendo nuevo titulares "tengo fuerza, tengo ilusión, tengo ganas, estoy
animada, me encanta ganar".
Por el contrario, desde el PSOE andaluz pusieron empeño en
hacerme llegar que la exhibición de fuerza y músculo en el Auditorio de la ONCE se había organizado casi por generación
espontánea. No supieron explicarme si se trataba de la FEMP, que lo ha desmentido, o de un antojo del peculiar alcalde de Vigo, que últimamente anda muy
parlanchín y que presume de ser susanista
hasta las trancas.
Eso sí, los más allegados a la baronesa se extendieron en decir que se trataba de “un acto abierto
a quien quisiera ir”, que, por ejemplo, desde Málaga habían acudido a la cita en AVE, coches particulares y autobús, a 20 euros por barba. Lo que no
dijeron es que el AVE, en el que
viajaba la expedición malagueña, se quedó tirado en medio de la vía de alta
velocidad, toda una nueva señal y que llegaron al baño de susanismo casi por los pelos. Ellos sabrán si el polémico acto ha
servido a sus propósitos, o todo lo contrario.
Horas después, un reconocido sanchista decía que “lo visto en Madrid es lo que hay de apoyo a Susana Díaz. No hay más”. Para predecir después que Pedro Sánchez ganará las primarias y de
forma holgada.
Otro factor que indica que Su Susanísima está deshojando la margarita es su reunión clandestina con su otrora oponente Eduardo Madina, desvelada por el digital ESDiario.com, titulada “La reunión secreta de Susana Díaz y Eduardo Madina para “asaltar” el PSOE”, información, firmada por David Lozano, que no tiene
desperdicio y que aconsejo su detenida lectura, ya que el fruto del citado
encuentro puede resultar decisivo para la margarita de Susana.
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