Vaya por delante que a los analistas que vivimos muy de
cerca la apasionante transición española nos cuesta bastante trabajo acercarnos
a la nueva realidad del actual escenario político que, por voluntad de los
ciudadanos, ha transmutado de un sistema bipartidista a otro de carácter
multicolor.
Lo que sería de necios es no mostrarse atentos a la
relevante irrupción de Podemos sobre
las tablas y también a sus consecuencias. La formación de Pablo Iglesias ha traído un nuevo lenguaje a la política, un modo diferente
de debatir, con propuestas muy claras y con reflexiones abiertas, o cara al
público y, lo que es más llamativo, unas nuevas formas de hacer política, que
en ocasiones escandalizan a los partidarios de los buenos modos, que por otro lado, están cargados de cinismo o doble
moral.
Valga la introducción para situarse en las vísperas de la celebración
de la próxima Asamblea estatal del partido morado, que marcará el rumbo de la
formación y que será la segunda que se
celebre tras la fundacional de Vistalegre en octubre de 2014. Previamente
deberán celebrarse las elecciones primarias
al Consejo Ciudadano Estatal (CCE), máximo órgano de Podemos entre asambleas.
Errejón e Iglesias. |
Un periodo que se antoja convulso a la vista de lo sucedido
en las comunidades donde se celebraron primarias,
entre ellas en Andalucía, y que pusieron de relieve dos hechos. Uno, la derrota
del sector afín al número dos del partido, Íñigo
Errejón y, de otra, la constatación de que los denominados
anticapitalistas, entre los que se encuentra la andaluza Teresa Rodríguez, disponen de un amplio respaldo de las bases.
Aunque los especialistas en la materia dan por descartado un
pulso a cara de perro entre Iglesias
y Errejón, mantienen la tesis de que
los segundos no van a renunciar a defender sus postulados, básicamente basadas
en el Podemos fundacional, más amable y moderado, para, mediante las ponencias
políticas intentar condicionar la acción de la organización durante los próximo
tres años.
Una estrategia que se encontrará de frente con pablistas
y anticapitalistas que, al menos en apariencia, no quieren oír ni hablar de
posibles consensos ni aproximaciones, a la vista de los resultados,
espectaculares, de las primarias celebradas en noviembre en Madrid y Andalucía.
Pero que nadie se llame a engaño, son muchas también las
diferencias entre ambos sectores. Los anticapitalistas, liderados en Madrid por
el eurodiputado Miguel Urban y por Teresa Rodríguez en Andalucía,
pretenden marcar el paso al futuro secretario general y ganar más cuota de
poder en el conjunto del Estado. No quieren, para nada, vivir a la sombra del
aparato. Más bien pretenden ser visualizados como los únicos capaces de poner
en marcha las decisiones, quizá demasiado teóricas, de los afines a Pablo Iglesias.
También son los anticapitalistas, con Teresa Rodríguez al frente, los que se muestran partidarios de
caminar hacia la real federalización de Podemos,
con mayores cotas de autogobierno y soberanía en los distintos territorios.
En medio de este panorama no hay que perder de vista a la
figura de Pablo Echenique,
secretario de Organización a nivel estatal, designado directamente por Iglesias, que pretende, mediante la
campaña denominada la Ruta 'Atarse los
cordones', que se contesten y se trabajen desde la base y desde los
territorios las preguntas fundamentales, para que así su respuesta desde lo
local pueda integrarse en un mapa diverso y completo que pueda informar el
debate político y organizativo en la Asamblea
Ciudadana Estatal.
Una postura enfrentada a la que defienden los errejonistas, que postulan que debe ser en
el seno del Consejo Ciudadano donde se acuerden los plazos, los ritmos y el
orden de los debates relativos a la cercana Asamblea Ciudadana, a celebrar en los primeros meses de 2017.
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