La asociación ecologista Greenpeace ha realizado un pequeño experimento que revela que las cifras de reciclaje de Ecoembes son tan falsas como su compromiso con el medio ambiente, según han denunciado en un comunicado.
Contenedores para el reciclaje. |
Según el citado colectivo han instalado dispositivos de seguimiento en nueve botellas de plástico y las han depositado en varios contenedores amarillos en conciertos, festivales, aeropuertos y estaciones de tren para geolocalizar su recorrido y comprobar dónde acaban.
Aseguran que ya han detectado que una de estas botellas, la que dejaron en un contenedor de la estación de tren de Atocha, en Madrid, ha acabado en el vertedero de Valdemingómez, mezclada con un montón de basura que se enterrará y nunca se reciclará.
Otra la depositaron en el contenedor amarillo de Ecoembes en el festival Río Babel y ha acabado en las instalaciones de la incineradora de Valdemingómez, que solo admite residuos mezclados. Y otra que se tiró en una bolsa de residuos del concierto de Taylor Swift ha acabado en las instalaciones de la empresa Tradebe Valdilecha, cuya principal actividad es la de vertedero y donde una inspección reciente detectó incumplimientos relevantes en sus operaciones.
Al resto de los dispositivos de seguimiento, o bien se les perdió la pista, o bien no se pudieron extraer datos concluyentes, ni para confirmar ni para desmentir la correcta “recuperación y reciclaje” de los envases de la que hace gala Ecoembes, a pesar de acabar en las instalaciones del vertedero de Valdemingómez o en una empresa privada pequeña de gestión de residuos.
Según la denuncia de Greenpeace esto es sólo un sencillo experimento al alcance de cualquier persona, pero es un ejemplo más del fraude de Ecoembes, que asegura estar reciclando más del 70 por ciento de los envases, aunque estudios independientes demuestran que la cifra real es la mitad, el 36 por ciento.
Si se confirma que los datos de recuperación de Ecoembes son falsos e inferiores a lo exigido, se activaría el resorte legal que obliga a implantar un sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR). Este sistema garantizaría que los envases de bebidas (latas, botellas y briks) se reciclen de verdad y pondría en peligro el “chiringuito” de Ecoembes, que lleva más de 20 años forrándose y cobrando por un trabajo que no hace, según el colectivo.
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