RAMÓN TRIVIÑO
Desde los tiempos de Felipe González, cuando iniciaba mi carrera periodística y mi afición por el estudio de la comunicación política, empecé a poner de relieve a través de distintas publicaciones la incapacidad de la dirigencia del Partido Socialista (PSOE) para transmitir sus mensajes por la utilización de un lenguaje, que salvo para los que están en la pomada, no es comprensible para la gran mayoría de los ciudadanos. Un problema que sigue existiendo en la actualidad.
La política de comunicación del PSOE no es eficaz.
Hablar de “fracaso” de la política de comunicación del PSOE no es un juicio absoluto, pero sí hay varios síntomas que apuntan a un desgaste evidente en la forma en que este partido transmite sus mensajes y cómo son recibidos. Las políticas concretas, por ejemplo, salario mínimo, becas, pensiones, o la reducción de jornada laboral, gozan de apoyo mayoritario, pero el relato global del Gobierno no consigue capitalizar ese apoyo. La ciudadanía valora medidas aisladas pero no identifica un proyecto coherente.
Esto genera una paradoja, el PSOE aprueba reformas populares, pero su imagen se erosiona porque la comunicación no logra traducir esas políticas en confianza política. El PSOE (y en particular Pedro Sánchez) suele comunicar en clave institucional, técnica y abstracta,“agenda del reencuentro”, “pacto de Estado”, “emergencia climática”, lo que puede sonar distante frente a un electorado que busca mensajes inmediatos y tangibles. Sus adversarios, en cambio, utilizan un lenguaje más emocional, simplificado y confrontativo, que conecta mejor en un contexto de polarización mediática.
Casos como el de Ábalos, Cerdán o las críticas al poder judicial han evidenciado un déficit narrativo, Sánchez respondió tarde o con mensajes que sonaron a defensivos. La ciudadanía los percibió como insuficientes (según la última encuesta 40dB, el 51 por ciento considera débil su reacción al caso Cerdán, nota media 3,7/10). Esto refleja que la estrategia comunicativa del PSOE tiende a reaccionar a la defensiva, en lugar de marcar la agenda con mensajes proactivos.
El PSOE comunica en un entorno donde los mensajes se filtran a través de medios y redes altamente polarizados. En ese ecosistema, cualquier matiz se pierde, un anuncio como el del Pacto por el Clima se ve eclipsado por titulares sobre jueces, Cataluña o corrupción. El resultado: la ciudadanía recuerda más los conflictos que las propuestas.
A mi juicio, la comunicación del PSOE falla en tres niveles, el narrativo que no logra convertir sus políticas en un relato ilusionante. El plano emocional carece de la simplicidad y contundencia que exige la política actual y por último, el PSOE responde tarde y en clave técnica, perdiendo credibilidad. Por eso se habla de un fracaso parcial ya que el Gobierno hace políticas reconocidas, pero no consigue que esas políticas se traduzcan en confianza, apoyo electoral o movilización social. Cuando el PSOE comunica medidas tangibles, la ciudadanía las entiende y las valora. Es un fracaso ante las crisis y en construcción de relato, su comunicación falla por defensiva, poco emocional y eclipsada por el ruido. Luego, parece claro, que si el PSOE quiere movilizar a su electorado tiene que cambiar su política de comunicación.