RAMÓN TRIVIÑO
La militancia en redes sociales en los tiempos que corren es una forma de activismo digital que busca generar conciencia, movilización y cambio social a través de las diferentes plataformas. Este tipo de militancia ha transformado la manera en que las personas se organizan y participan en reivindicaciones políticas, sociales y culturales. Las redes permiten que un mensaje, hashtag o video se vuelva viral en cuestión de horas, logrando gran alcance sin depender de los medios tradicionales. Se pueden citar como ejemplos los movimientos como #MeToo, #BlackLivesMatter o #NiUnaMenos.
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| Activismo híbrido. |
Cualquier persona puede sumarse, utilizando formatos creativos para opinar o compartir contenido sin necesidad de pertenecer a una organización formal, utilizando memes, reels, hilos explicativos y videos cortos que se usan para transmitir mensajes políticos o sociales de manera accesible y también emocional.
La militancia digital facilita el contacto entre activistas, organizaciones, figuras públicas y ciudadanía, generando debates y comunidades virtuales. Dado que la mayoría de usuarios entra a redes para entretenerse e interactuar, los contenidos de activismo que siguen formatos más lúdicos, visuales, participativos pueden tener mejor difusión.
Las plataformas que crecen más, Instagram, Bluesky o TikTok, son clave especialmente si tu público objetivo es joven. Por otra parte, existen redes donde el uso se está estancado o cayendo, por ejemplo Facebook o la antigua Twitter (X), en donde quizá haya que ajustar expectativas, respecto a un menor alcance orgánico o menos crecimiento. El elevado acceso desde el móvil sugiere que cualquier campaña o estrategia debe estar optimizada para móvil en cuanto formato, duración o interactividad. También es importante conocer el perfil demográfico, edad, estudios, género, que ayudan a ajustar tono, mensaje, canal.
ESTADÍSTICAS
En España, el 73 por ciento de la población declara que se informa una o varias veces al día a través de medios tradicionales, televisión, radio o prensa, frente al 63 por ciento que acude a fuentes digitales como redes sociales o plataformas audiovisuales online.
Respecto a la confianza en la información, el 77 por ciento de los ciudadanos considera que los medios tradicionales son más fiables que las redes sociales. En el segmento adolescente, mayores de 14 años, el 60 por ciento prefiere informarse en las redes sociales mientras que la prensa en papel se sitúa muy por detrás. En cuanto al uso general de redes sociales, un estudio indica que el 95 por ciento de los internautas en España usa redes sociales. Sobre el uso reciente de medios, en el informe “Marco General de los Medios en España 2024” aparece que el uso de cualquier red social en los últimos 30 días es del 64,1 por ciento. Aunque las redes sociales tienen extenso alcance y penetración, especialmente entre los jóvenes, los medios tradicionales siguen gozando de mayor confianza para la ciudadanía española en su conjunto.
Para campañas de activismo digital, esto implica que utilizar redes sociales puede ser muy útil para difusión, conexión rápida y llegada a públicos jóvenes; pero si el objetivo es generar credibilidad, legitimidad o movilización de audiencias más amplias, no sólo jóvenes, quizá convenga apoyarse también en medios tradicionales o coordinar mensajes híbridos, digital + tradicional. Un punto a tener en cuenta el uso de redes puede facilitar la viralidad o el alcance masivo, pero ese alcance no se traduce automáticamente en confianza o impacto profundo. Para audiencias jóvenes, las redes pueden funcionar como canal principal de información, lo que es importante si la acción de militante se dirige a ese segmento.
LO QUE DEMUESTRAN LOS DATOS
En 2024, la Plataforma del Voluntariado de España (PVE) estimó que más de 4,2 millones de personas, el 10,1 por ciento de la población mayor de 14 años, han participado en voluntariado presencial o mezcla presencial-digital. En ese mismo informe, se observa que el porcentaje de activistas más jóvenes, de entre 14-24 años, ha aumentado, alcanzando el 13,1 por ciento de los voluntarios totales, frente a 7,1 por ciento del año anterior. Otro informe indica que en 2024 el 19,8 por ciento de la población de 16 años o más en España declaró que había participado como activista en una organización sin ánimo de lucro en los últimos doce meses.
Podría decirse que la acción presencial no está claramente aumentando de forma amplia, y algunos datos señalan una ligera disminución o estabilización en el voluntariado o activismo, pero no parece haber una caída exagerada de la participación. Más bien parece ocurrir una transformación, ya que hay más acciones híbridas (online + presencial); hay más jóvenes incorporándose, aunque quizá desde niveles más bajos; también existe Un activismo más sectorizado, en los campos de lo social, sociosanitario, o cultural.
Parece relevante conocer los datos que se refieren al número de manifestaciones presenciales de todo tipo que se celebraron en España. Entre 2015 y 2018 se convocaron 188.751 manifestaciones, una media de unas 129 al día. Tras la caída de 2020, debido a la pandemia, las manifestaciones vuelven rápidamente a niveles muy altos. 2022 es un año de muchas manifestaciones comunicadas, decenas de miles, y el período 2023–2024 mantienen un escenario de fuerte presencia en la calle.
En cuanto al nivel de participación en estas convocatorias, a la luz de los datos se puede concluir que ha habido una ligera bajada respecto al pico 2012–2014, 27,5 por ciento, pero la participación se mantiene muy alta y estable alrededor del 20 por ciento, sobre todo centradas en materias como feminismo, clima, vivienda, turistificación o Palestina), y sin olvidar el incremento de los sectores ultraderechistas. España se mantiene entre los primeros países de Europa en participación en manifestaciones durante toda la última década.

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