RAMÓN TRIVIÑO
Hamás no es sólo una organización armada, sino también un actor político, religioso y social con múltiples capas de apoyo e influencia. Hamás (acrónimo árabe de Harakat al-Muqāwama al-Islāmiyya, “Movimiento de Resistencia Islámica”) se fundó en 1987, durante la Primera Intifada palestina. Surgió de la Hermandad Musulmana en Gaza, una organización islamista nacida en Egipto en 1928.
Combina el nacionalismo palestino con el islamismo suní. En su carta fundacional de 1988, definía Palestina como “una tierra islámica” y rechazaba la existencia de Israel. En 2017, Hamás publicó un nuevo documento más pragmático, que acepta la posibilidad de un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967, aunque sin reconocer formalmente a Israel.
La gran paradoja sobre esta cuestión es que Israel tuvo un papel indirecto, pero real, en el surgimiento y fortalecimiento inicial de Hamás. No lo “creó” en el sentido literal, pero sus políticas en los años 70 y 80 contribuyeron a que Hamás naciera y creciera como una fuerza capaz de rivalizar con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
Durante los años 70 y 80, el principal enemigo de Israel era la OLP de Yasser Arafat, que impulsaba una lucha nacionalista y laica. En Gaza, sin embargo, como ya se ha señalado, también existían movimientos islámicos locales ligados a la Hermandad Musulmana. Estos grupos eran sociales y religiosos, no armados: gestionaban escuelas, mezquitas, clínicas y asociaciones benéficas.
Israel, que ocupaba Gaza desde 1967, toleró e incluso facilitó la actividad de esos grupos islamistas, probablemente porque los consideraba menos peligrosos que la OLP; o porque pensaba que su enfoque religioso restaría fuerza al nacionalismo laico palestino; además de que algunos oficiales israelíes creían que las redes de caridad islámica ayudaban a mantener el orden en la población.
En los años 70 y 80, Israel autorizó legalmente la creación de organizaciones islámicas en Gaza, como la “Asociación Islámica” fundada por el jeque Ahmed Yassin, futuro líder de Hamás. Estas asociaciones recibieron permisos, financiación y cierta libertad de acción, mientras la OLP y sus facciones eran reprimidas. Cuando estalló la Primera Intifada (1987), Yassin y sus seguidores transformaron su red social y religiosa en una estructura política y militar, así nació Hamás. Así, aunque Israel no la fundó ni la controló, su política previa creó el terreno perfecto para que surgiera un movimiento islamista radicalizado, que después se volvería contra él.
Muchos analistas,incluso exfuncionarios israelíes, han reconocido que «En los 80 ayudamos a que los islamistas ganaran peso frente a la OLP, y eso nos explotó en la cara». Lo que al principio parecía un contrapeso útil al nacionalismo palestino, se convirtió en una organización armada que ha desafiado militar y políticamente a Israel durante décadas.
Tras la detención de Yassin en 1989 y el endurecimiento del conflicto, Hamás adoptó una línea mucho más dura. Durante los años 90 y 2000, se consolidó como alternativa a Fatah, con una mezcla de resistencia armada y gestión social. En 2006 ganó las elecciones legislativas palestinas, y en 2007 tomó el poder en Gaza por la fuerza.
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