A menos de una semana para la celebración de la primera
vuelta de las elecciones presidenciales en Francia,
las encuestas señalan un empate a cuatro entre los principales candidatos, lo
que hace casi imposible vaticinar quiénes serán los dos elegidos para pasar a
la segunda vuelta, el día 7 de mayo, de unos apasionantes comicios, en los que
sin lugar a duda, está en juego, no sólo el futuro de la nación vecina, sino
también el del conjunto de Europa.
Y este espectáculo electoral llega a tierras francesas de la
mano de un fenómeno político que ya se ha producido en otros territorios europeos, incluida España.
Se trata del hastío que vienen provocando a los ciudadanos los dos grandes partidos
tradicionales, junto al nacimiento de nuevas fuerzas que concitan la simpatía,
la ilusión y la esperanza de buena parte del electorado.
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Impresionante acto electoral de Mélenchon en Marsella. |
La eclosión en Francia
de este escenario es la causa de la gran incertidumbre que sobrevuela sobre las
elecciones francesas, y repito, sobre toda Europa.
A día de hoy existen cuatro candidatos que se pueden colocar en la meta para
alcanzar la Presidencia de la República tras el 7 de mayo. La batalla final,
salvo que las encuestas no hayan sido capaces de detectar las preferencias
actuales del electorado, parece estar entre la ultraderechista Marine Le Pen, el conservador François Fillon, el centrista Emmanuel Macron y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon.
Según la mayoría de los sondeos publicados, Le Pen y Macron obtendrían un 22 por ciento de los votos, Mélenchon un 20 por ciento, y Fillon un 19 por ciento de los sufragios.
Mientras que el socialista Benoît Hamon,
parece caer en el vacío, llegando tan sólo al 7,5 por ciento, seriamente tocado por la
fuga de votos hacia el centro de Macron
y la izquierda del exsocialista Mélenchon.
Este escenario, también diferente al de anteriores
elecciones por la decisión de François
Hollande de no concurrir a la reelección para continuar en El Eliseo,
debido a su baja tasa de popularidad, también ha estado marcado por las
investigaciones sobre presuntos casos de corrupción que han afectado de lleno a
alguno de los contendientes.
En mi opinión, el panorama político en Francia es bastante similar al que vivimos en España. Si exceptuamos el Frente
Nacional, que se consolida entre los franceses, pero inexistente en España, Los Republicanos de Fillon
son asimilables en cierta medida al Partido
Popular, mientras que el partido En Marcha!, de Macron, serían los correspondientes a los Ciudadanos españoles de Albert
Rivera, con las mismas notas de ambigüedad e indefinición ideológica, y que
pretenden hacerse con el siempre sabroso centro
ideológico.
Pero a mi juicio, la gran revelación de la campaña electoral
francesa está en la aparición de Mélenchon,
que algunos identifican con Podemos,
pero que en la realidad la fuerza que encabeza, Francia Insumisa, representa los valores de la izquierda
tradicional, pero con importantes novedades al proponer un movimiento
transversal y participativo, que podría soportar la comparación con el proyecto
que encabeza Pedro Sánchez desde el
seno del PSOE. Aquí debe de residir
la causa de que Mélenchon se haya
disparado en los sondeos de los últimos días.
Lo que se juegan los ciudadanos franceses en estas
presidenciales se puede discernir con claridad a través de los programas de los
principales candidatos citados. La líder del ultraderechista Frente Nacional
está convencida de que podrá repetir los éxitos electorales de Donald Trump en Estados Unidos y de los
británicos que votaron por el Brexit.
Basa gran parte de su discurso en arremeter contra la globalización económica y
el fundamentalismo islamista. En palabras de Le Pen “dos totalitarismos que amenazan Francia”.
Frente a ella, el ex ministro de Economía Emmanuel Macron que se define como un
progresista y un pragmático, a favor de la globalización y las finanzas, además
de firme partidario de la Unión Europea y
la tecnología. Por primera vez en casi 150 años los dos candidatos, de momento,
con más posibilidades niegan enfáticamente que pertenezcan a la derecha o a la
izquierda del espectro político.
Por otra parte, François
Fillon, que es un conservador a ultranza, recoge votos desde el centro a la
derecha más radical y llamativamente no suscita el rechazo frontal de la
izquierda. Por último, Jean-Luc
Mélenchon, que abandonó en 2008 el Partido
Socialista al observar su deriva derechista y sus políticas de austeridad. Un
veterano político que ataca al actual Gobierno de Hollande, afirmando que “hay
que acabar con esa casta dorada de parásitos incapaces e inútiles”. “Se tiene
que acabar la guerra contra los pobres”, proclamaba Mélenchon, que se define como “el candidato de la paz” y que es
capaz de protagonizar impresionantes actos electorales como el que tuvo lugar recientemente en Marsella.
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