Coloquialmente se entiende por facherío o carcundia a la
extrema derecha como grupo o conjunto. No es difícil escuchar que “en el barrio
de Salamanca de Madrid hay mucho facherío.
Te encuentras fachas hasta en la sopa”.
Pues bien, desde que Pedro
Sánchez fue elevado a La Moncloa,
no por una decisión papal, sino por la elección mayoritaria del Congreso de los Diputados, el facherío, al que parecen sumarse
gustosos no solo los devotos de Vox,
sino también los pupilos de Pablo Casado
y Albert Rivera, envueltos en una
alocada carrera para hacerse con el trozo de tarta electoral que representa la derechona de toda la vida, iniciaron la
campaña titulada “Darle caña al ciudadano Sánchez”.
Pedro Sánchez en la recepción de la Fiesta Nacional. |
Desde el minuto uno empezaron a rebuscar en los curriculum vitae del presidente y de
todo el que se mueve a su alrededor. En menos de cien días Máxim Huerta y Carmen Montón
debieron abandonar sus carteras ministeriales, no por cuestión delictiva, sino por
motivos de ética y estética, conceptos desconocidos por los principales
valedores del sistema de corrupción que sí ha manchado la imagen de España en el exterior y creado una
nueva preocupación entre los ciudadanos.
Aunque el facherío
acostumbra a irse de rositas, está habituado a tirar de los hilos del poder y
la influencia, siguieron en el empeño de disparar con su escopeta de feria para tratar
de cobrarse nuevas piezas. Lo están intentando con la titular de Justicia, Dolores Delgado, a la que pretenden asociar con las marranadas del comisario Villarejo. También pusieron a tiro al
ministro de Agricultura, Luis Planas, un santo varón, con más
formación y prestigio que cualquiera de los chavales, algunos indocumentados,
que presumen de liderar la oposición.
El intento de poner contra las cuerdas al ministro de Ciencia Innovación y Universidades, Pedro Duque, al que trataron de
atribuir irregularidades en un una sociedad patrimonial a la que pertenece no
les salió bien. Tampoco se libró del juego del ‘tiro al ministro’ la titular de Trabajo, Magdalena Valerio,
con motivo del famoso “gol por la escuadra” que le metieron a la dimitida
directora general de Trabajo. Concepción Pascual.
Ha habido otros intentos de linchamiento, en un momento en
que los niveles de transparencia y responsabilidad en la gestión pública han
alcanzado niveles inéditos en la historia de la política española. Hasta hace
muy poco tiempo aquí no dimitía ni Cristo.
No me olvido del intento de cobrarse una pieza de caza mayor
cuando se orquestó, con la inestimable colaboración de los medios de
comunicación que bailan al son del facherío,
el manido asunto de la tesis doctoral de Pedro
Sánchez, que todos han mirado con lupa y que está más limpia que una
patena.
Pero el colmo de los colmos, lo hemos vivido este fin de
semana en que celebramos la Fiesta
Nacional de España. En la tradicional recepción de los reyes, tras el
desfile militar habitual en esa jornada, Pedro
Sánchez y su esposa se situaron a la derecha de los reyes, Felipe y Leticia, siguiendo las indicaciones del personal de protocolo de la
Casa Real.
En seguida las redes se inundaron con la trascendental noticia
de unpresunto error protocolario protagonizado por Sánchez, un hecho desmentido oficialmente desde La Zarzuela que se atribuyó la
responsabilidad de lo sucedido.
Según la
Casa Real, fue el personal de Casa del Rey quien le dijo al
presidente del Gobierno y a su
esposa, y a los representantes de todos los poderes del Estado, incluida la
presidenta del Congreso, Ana Pastor, que se quedasen brevemente
junto a los Reyes mientras se
organizaba el resto de la fila para ir pasando al salón del trono, pero lo
cierto es que la fila estuvo organizada rápidamente, así que un miembro del
personal les dijo a Sánchez y a su
esposa que pasasen junto al resto. Eso es todo, lo que confirma la tesis
de que sigue abierta la veda para tratar de cazar al ciudadano Sánchez, sea por lo que sea. Aunque
creo que el facherío debería armarse
de un pelín de paciencia.