No voy a entrar en la espinosa cuestión de la procedencia,
ni las intenciones de los autores de las filtraciones de las conversaciones de María Dolores de Cospedal, su señor
esposo y el comisario José Manuel
Villarejo. En todo caso no huele muy bien. Apesta a cloaca.
Pero me quiero detener en las acciones, son hechos objetivos
y probados, confirmados por las grabaciones, que demuestran que Cospedal no tuvo ningún remilgo en
utilizar cualquier medio, legal o ilegal, para tratar de salvar la línea de
flotación del Partido Popular,
tocada desde hace un buen puñado de años por la corrupción sistémica en la
organización.
Dirigentes del Partido Popular. |
Coincido con la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo,
cuando ha dicho esta misma mañana que Dolores
de Cospedal, que siempre me pareció que tiene cara de estar oliendo una cagarruta, intentó pagar, o pagó (no hay
pruebas todavía) para intentar obstruir el camino de la Justicia.
Aunque lo realmente importante, en el momento político por
el que atraviesa ahora mismo el Partido
Popular es que la herencia que ha recibido Pablo Casado está metida hasta las trancas en el asqueroso océano de
la corrupción y parece que no tendrá capacidad para salir de esos lodos.
Las propuestas, muchas con tufo ultraderechista, de Pablo Casado, son una estrategia equivocada
para tratar de hacerse con toda la clientela de la derechona más rancia de
España, que no le darán resultado, sino consigue zafarse de la etiqueta de
la corrupción. Se ha dicho muchas veces que el Partido Popular es el más corrupto de toda Europa.
Razón por la que doña Cospe le ha hecho un flaco
favor al pupilo de doña Espe, a Pablito, por prestarle su apoyo para
encumbrarle a la presidencia del Partido
Popular. Ahora, a toro pasado, se antoja que fue un regalo envenenado que
el presidente de los populares no parece ser capaz de tragar.
Y es que la única vía para sacar a la derecha del atolladero
pasa por su regeneración completa, de los pies a la cabeza, limpiando su estructura
a fondo y tratar de llevar las riendas a una refundación, que creo que es lo
que pretendía Soraya Sáenz de Santamaría,
que en este momento puede ser, o algo así, como la reserva de occidente de los valores de la derecha moderna, abierta
y dialogante, por muy derecha que sea.
Por lo que, a la espera de nuevas revelaciones de las cloacas y de las esperadas explicaciones
de Pablo Casado, el horizonte del Partido Popular parece ser algo más que
borrascoso, sobre todo porque las próximas elecciones andaluzas suenan a
batacazo para el PP. Son las cosas
de la vida política, al final, las circunstancias van a terminar haciendo bueno
a Mariano Rajoy. Vivir para ver.