Desde que resido fuera de Andalucía he cogido la costumbre cada vez que viajo a las tierras
del sur de intentar tomar el pulso en directo a la realidad política andaluza.
En una reciente visita a Málaga, tras
mantener contacto con unos y otros, vuelvo con la conclusión de que la
expresidenta Susana Díaz ha perdido
la cabeza.
No hay otra explicación para entender como la todopoderosa
lideresa de los socialistas andaluces haya sido capaz de transformar el bastión
inexpugnable del PSOE a nivel
federal, en un auténtico erial en tan solo dos años. Desde que cometió el error
de medirse con Pedro Sánchez en las
primarias de mayo de 2017 y perder estrepitosamente.
Susana Díaz. |
Después de este hecho, quizá jaleada por sus palmeros, no
fue capaz de rectificar y enderezar el rumbo de una nave que va a la deriva
desde hace ya muchos meses. En el mismísimo cuartel general del PSOE Andaluz, en la sevillana calle de San Vicente, no disimulan la
desesperación ante la realidad que viven. Todo cristo se ha quitado del medio.
Nadie, al menos todavía, ha sido capaz de sentarse a
construir el necesario nuevo proyecto político que demanda la sufrida
militancia y que debe sustituir al que se le ha caído hasta los palos del
sombrajo.
La ocupación de los hasta ahora mandarines socialistas, al menos de su gran mayoría, no ha sido otra
que la de buscarse el peculio después de estar acostumbrados a vivir de la sopa
boba a la que tenían acceso los fieles a Su
Susanísima. Hemos visto espectáculos lamentables en municipios y
diputaciones y en los últimos días en la elección de los consejeros de la RTVA.
Los que siguen tratando a Susana Díaz cuentan que se encuentra en una difícil situación
anímica, pero sin perder su habitual soberbia, lo que no ayuda a encontrar una
solución al problema. Son ya muchos de los suyos los que apuestan por un paso
atrás de la expresidenta andaluza.
Quien por otra parte, no encuentra auxilio en su propio
grupo parlamentario en la Cámara
andaluza, donde se percibe también una clara desorientación a la hora de
intentar plasmar las políticas de oposición, teniendo en cuenta además que el
nivel general de sus integrantes es medio, tirando a bajito.
En honor a la verdad, habría que añadir, que todavía los sanchistas no aparecen como alternativa,
teniendo en cuenta que las direcciones provinciales de la organización siguen
controladas por los burócratas del aparato
que engendro el susanismo.
De hecho, en un buen número de casos los sanchistas se han limitado a tratar de
sumar cuota de poder mediante la ocupación del mayor número posible de cargos
públicos, utilizando criterios de amistad o proximidad, alumbrados durante su
larga travesía del desierto. Pero tampoco tienen un proyecto político para el PSOE de Andalucía.
En definitiva, se hace necesario encontrar una solución para
la federación socialista de mayor peso en el seno del PSOE. El problema está en que no se atisba por ninguna parte.
Mientras tanto las acciones o las omisiones de Susana Díaz siguen haciendo mucho daño al partido que le dio tanto.
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