Intento seguir con lejanía la campaña electoral de cara a la
jornada del 10-N. La razón es que
está tan radicalizada y ocupada por asuntos que, de verdad, no interesan a la
gran mayoría de los ciudadanos, que se hace muy cuesta arriba implicarte en lo
que parece una tragicomedia con final incierto.
El 10-N tenemos una cita con las urnas. |
Y es aquí donde quiero poner el punto de atención. El
enfado, la desazón, el cansancio y el poco interesante guion de la
representación, invitan a tratar de sustraerse de un escenario que creo que la
gente de progreso no hemos deseado nunca.
Hemos llegado a este punto de la representación sin que
ninguno de los actores de la izquierda española, en la que incluyo al PSOE, Unidas Podemos y Más País,
haya sido capaz de enunciar la más mínima autocrítica sobre el proceso desarrollado
desde los comicios de la pasada primavera.
Tengo el convencimiento de que la gente
de la izquierda progresista no se merece lo que está pasando y que estemos
sometidos al resultado del peligroso juego de la ruleta rusa.
¿Qué pasará si el 11-N
amanece con la noticia de que el Trifachito
suma para poder formar gobierno en España?
¿Sabemos a qué riesgos estaremos sometidos? ¿Somos conscientes de que podemos
terminar transportados por el túnel del tiempo y retroceder a tiempos pre-
democráticos?
Está mucho en juego, el bienestar social, incluyendo aquí
salarios y pensiones dignas, sanidad universal, la igualdad en todos sus ámbitos, la libertad
en todos sus órdenes, y tantas otras cosas que tanto trabajo costó conquistar a
los que todavía vivimos los últimos estertores del franquismo.
Por las razones expuestas, es hora necesario invitar, a los
que por muchas razones quieren dar la espalda al inminente proceso electoral,
por muy variadas razones, algunas de peso, para que reflexionen y acudan el 10-N ante las urnas, conscientes de que
el futuro de todos está en nuestras manos.
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