RAMÓN TRIVIÑO
En
diciembre de 2019 publiqué una serie de tres artículos bajo el
título ‘Los trapos sucios del Opus Dei’ en los que
analizaba cómo funciona una de las organizaciones religiosas más
cerradas del mundo, con mayor representación en las élites de poder
y con más de 90.000 adeptos; así como los aspectos más oscuros de
la Obra, su financiación, que sigue siendo territorio opaco;
y la relación de la organización con el poder político en España.
Ha llovido desde entonces pero la prelatura ultraconservadora de la
Iglesia Católica, que en los últimos años ha vivido sus peores
momentos, trata ahora de volver a sacar cabeza. La reforma de la
Curia Romana (Praedicate Evangelium) eliminó el
privilegio único del Opus Dei de ser gobernado por un prelado
a la cabeza de una prelatura personal.
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Torreciudad. |
El 22 de julio de 2022, el fallecido Papa Francisco emitió Ad charisma tuendum, un Motu proprio para la Prelatura del Opus Dei, que literalmente significa “salvaguardar el carisma”. En un documento, surgido 40 años después de la Constitución Apostólica Ut sit, con la que Juan Pablo II erigió la Prelatura del Opus Dei, se introducían algunas modificaciones. En junio de 2025 la prelatura entregó formalmente al Vaticano los nuevos Estatutos, fruto de un proceso de tres años de revisión que buscaba adaptarse a las nuevas normas. Ahora están pendientes de la aprobación papal, lo que marca una nueva etapa de definición canónica del Opus Dei. El nuevo Papa, León XIV, quien ha retomado el impulso reformador, ha exigido a los responsables que cumplan con lo que quedó pendiente durante el anterior pontificado, por lo que la prelatura continúa reportando anualmente ante el Dicasterio del Clero y su relación con la Santa Sede sigue más vigilada y regulada.
De hecho, las relaciones del Opus con el Vaticano siguen en tensión, por ejemplo, el pasado 3 de julio el prelado de la organización, Fernando Ocáriz, no tuvo empacho en pedir públicamente en Madrid más libertad para el trabajo de los miembros a pesar de que exista una acusación formal contra Mario Fazio, ex vicario auxiliar, de formar parte de un sistema de trata de mujeres pobres para explotación laboral, que funcionó durante más de 40 años, al tiempo que siguen saliendo a la luz testimonios de ex miembros que acusan a la organización de reclutar adolescentes, imponer prácticas estrictas de mortificación y mantener una cultura de secretismo.
También están al orden del día las disputas territoriales y en materia educativa. En Aragón, el santuario de Torreciudad, ligado al Opus Dei desde hace 50 años, es objeto de enfrentamiento con la diócesis de Barbastro-Monzón que ha pedido que pase a ser santuario internacional. El Vaticano nombró un comisario en 2024, pero el conflicto aún no se ha resuelto. Por otro lado, en Cataluña, dos colegios vinculados a la Obra, La Farga y La Vall, han decidido renunciar a la financiación pública y ser privados para mantener la separación por sexos, lo que ha generado rechazo por parte de unas 70 familias que han iniciado recogida de firmas.
También se están estudiando informes sobre el posible cierre del seminario internacional Cavabianca (Roma) y cambios en la formación hacia una integración diocesana, alineado con la nueva estructuración jurídica. De confirmarse, reflejaría un giro importante en la forma de preparar nuevos sacerdotes.
Aunque no se puede calificar legal ni académicamente al Opus Dei como una organización mafiosa, ya que no existen pruebas suficientes ni una base jurídica para sostener esa afirmación en general, sin embargo, algunos comportamientos concretos y ciertas dinámicas internas,como el secretismo, la obediencia extrema, los privilegios y los abusos documentados, pueden recordar a estructuras cerradas y autoritarias, lo que genera críticas y desconfianza pública.
Los trapos sucios del Opus Dei
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