Mastodon Punto y Aparte: La herencia Larios sigue sobre el tapete (I)

domingo, 21 de febrero de 2021

La herencia Larios sigue sobre el tapete (I)

 

La sentencia del Tribunal Constitucional (TC) hecha publica el pasado jueves (ver sentencia) no parece que vaya a poner el punto y final a las dos décadas de pleitos que enfrentan a los herederos de una parte de la familia Larios, por una herencia integrada por la empresa matriz Mazacruz, con un patrimonio estimado en más de 600 millones de euros, que incluye además la propiedad de la joya de la corona, la Finca de la Dehesa de los Llanos (Albacete) y, sobre todo la compañía Sociedad Azucarera Larios, S.L.(SALSA), que agrupa a otro importante grupo empresarial, presidido, como Mazacruz, por Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios Altuna, (Carlos Antuna) actual marqués de Paul, quien podría ver en el aire sus cargos.


Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios Altuna.


La larga trayectoria judicial también incluye el pleito en reclamación de filiación extramatrimonial respecto de José Antonio Larios Franco, IV marqués de Larios, impulsado por su presunto hijo, José Collado López, de más de 70 años, que obtuvo una sentencia desfavorable en marzo de 2012, pero que sería su heredero legítimo según todas las investigaciones. Un procedimiento judicial que dio la vuelta al mundo, por el singular papel de su protagonista ‘Pepe el trompeta’ que siguió empeñado en reclamar sus derechos hasta que hace muy pocos meses desapareció del mapa, como si se le hubiera tragado la tierra. La investigación sospecha, por distintas razones, que alguna mano negra ha comprado su silencio.


Es en 1994 cuando se decide aglutinar todo el patrimonio familiar de la herencia de los Larios en la citada sociedad Mazacruz S.L., a la que los miembros de la familia aportaron todo el patrimonio, incluida la fortuna de la madre de Carlos G. Maturana Larios y Príes, viuda del IV marqués de Larios. Un proceso legal en el que desempeña un papel importante la consultora Price Waterhouse. Estamos en diciembre de 1994 y sólo unos días después Carlos Altuna ya aparece registrado con poderes en la sociedad.


El 8 de noviembre de 1996 con, presuntamente, el consentimiento del VII marqués de Paul se lleva a cabo una modificación estatutaria que reforma el consejo de administración de Mazacruz, que de estar compuesto por tres miembros –los marqueses de Paul y Carlos Altuna– pasa a constar de un máximo de cinco, de los cuales dos deberán ser necesariamente expertos en materia fiscal, legal o económica. El 21 de marzo de 1997 se había integrado en el citado órgano de dirección a José Luis Beotas López y a Félix Gálvez, ambos procedentes de la consultora Price Waterhouse.


Para tratar de aclarar el escenario de este periodo de tiempo, hay que remontarse a junio de 2001, cuando Carlos G. Maturana Larios y Príes decide apartar a su primogénito de la familia y de la dirección de sus empresas, episodio en el que le asesoraron dos reconocidos abogados, Matías Cortés y Ramón Hermosilla. A lo largo de 2002, Carlos Altuna fue apartado de la familia.


Carlos G. Maturana Larios y Príes muere en 2004 y la viuda del difunto, Bárbara Gutiérrez-Maturana Kalachnikof y sus hijas pasaron a controlar SALSA e integrar el consejo de administración de Mazacruz, para respetar así la voluntad del marqués, expresada en su testamento, mientras se dirimía la batalla legal en los juzgados.


En el citado testamento, el difunto marqués benefició a sus hijas Cristina y Bárbara, entregándoles el tercio de mejora, además de la parte de la legítima que les correspondía. A sus dos hijos varones, Carlos y José Antonio, se limitó a entregarles la estricta legítima legal, pero dejó establecido que se les diera en metálico en aras a la paz familiar. Según este último testamento, Bárbara madre tenía el 23,6 por ciento del capital social, sus dos hijas el 49,18 por ciento y Carlos Altuna el 27,46 por ciento.


El día 14 de octubre de 2010, casi 6 años después de la muerte del VII marqués de Paul, Mazacruz celebró una más que polémica Junta de Socios. A la que asistieron los cuatro accionistas que se repartían el 100 por ciento del capital, Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios Altuna; su madrastra, Bárbara Kalachnikof , y sus dos hermanastras Cristina y Bárbara Gutiérrez-Maturana-Larios Kalachnikof .


En la Junta General saltó la sorpresa, ya que, contraviniendo la última voluntad de su padre, Carlos Altuna propone cesar a las hasta entonces integrantes del consejo y nombrar uno nuevo formado por él y dos nuevos miembros.


El paso siguiente era intentar inscribir ese presunto falso acuerdo en el Registro Mercantil, cuando el 72,54 por ciento del capital social había votado en contra de la propuesta, mientras el 27,46 por ciento a favor. El notario, presente en la Junta, dio fe del resultado de la votación y del rechazo del acuerdo, lo que quedó reflejado en el acta correspondiente. La presidenta de la Junta General declaró, en consecuencia, no adoptado el acuerdo.


Sin embargo, Carlos Altuna y los nuevos socios procedieron a elaborar presuntamente un documento ad hoc que elevaron a público ante un notario de su confianza, convirtiéndose en los nuevos integrantes del consejo de administración de Mazacruz, S.L.


De hecho en el Boletín Oficial del Registro Mercantil del 25 de febrero de 2011 aparecen reflejados los siguientes nombramientos, Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios Altuna, presidente y consejero-delegado; José Antonio Gutiérrez-Maturana-Larios Altuna y Gonzalo de Montis Kramer, consejeros, y Joaquín González Fernández, como secretario.


Carlos Altuna intenta inscribir ese presunto falso acuerdo en el Registro Mercantil y asegura que con la escritura pública del documento por él creado, junto al acta notarial donde claramente se especificaba que el acuerdo había sido rechazado, fue presentada a inscripción ante el registrador Francisco Javier Navia-Osorio García-Braga, quien se negó en redondo a inscribir tal pretensión por imposible. Por razones desconocidas el citado notario cambió de opinión y decidió inscribir el acuerdo. Un acuerdo que se mantiene a pesar de las reclamaciones de todo tipo realizadas por las Kalachnikof.


El 24 de junio de 2014, el Juzgado de lo Mercantil nº 10 de Madrid dictó una sentencia en la que se dictaminó que en la Junta General del 14 de octubre de 2010 jamás se adoptó el acuerdo de cese del consejo de administración. El resultado de dicha sentencia es que Bárbara Kalachnikof y sus hijas Cristina y Bárbara seguirían siendo consejeras de pleno derecho de Mazacruz, aunque Carlos Altuna se niega a acatar la sentencia y mantiene al margen a las tres mujeres en la toma de cualquier decisión que afecte a la gestión del grupo.


El conflicto estaba cantado. Las tres mujeres citadas presentaron el 24 de octubre de 2014 un escrito al Registro Mercantil pidiendo la anulación de la inscripción registral que las mantenía por cesadas en sus cargos, ello como una mera cuestión de acatamiento de la sentencia judicial mencionada. Pero como las sorpresas no terminan nunca cuando de la fortuna Larios se trata, resulta que la decisión sobre dicho escrito correspondió de nuevo al registrador Navia-Osorio García-Braga.


Volviendo al inicio de las polémicas familiares, hay que resaltar que es en el año 2000, con evidentes señales de que el corazón del VII marqués de Paul empezaba a debilitarse cuando su hijo le pone a la firma, como se explica más adelante, el documento para la cesión de los derechos sobre el 23 por ciento de las participaciones en el grupo empresarial familiar, que suscribe Carlos G. Maturana Larios y Príes. Una firma que centraría el litigio sobre si esa rúbrica se realizó de forma consciente y en plenitud de facultades.


El año 2000 es clave para entender todo el proceso posterior. Es entonces cuando el marqués sufre una crisis cardíaca y es internado en el hospital Ruber Internacional, de Madrid, donde se decide estabilizar al enfermo y prepararlo para un urgente traslado a Houston, donde sería operado a vida o muerte. Según las fuentes consultadas, es entonces cuando el hijo, Carlos Altuna, aprovecha la situación extrema del padre para pasarle a la firma, en la habitación hospitalaria, tres documentos decisivos.


Según las mismas fuentes, en el primero, el marqués modifica los estatutos de Mazacruz, de forma que el paquete de acciones, de la número 1 a la 135.252 pasan a valer, cada una, cinco votos. Este paquete, como figura en el segundo documento, es donado por el marqués a su hijo Carlos. Con lo cual, Carlos Altuna pasa a tener más del 61 por ciento de los votos ante la Junta General de Accionistas. Y, por tanto, la mayoría del grupo para imponer su única voluntad. El tercer documento firmado asegura que cualquier propiedad pasada, presente o futura del marqués sea donada a la sociedad Mazacruz.


Después de tener los documentos firmados consigue que sean ratificados por la esposa del marqués y por sus dos hijas. La rúbrica se realiza sobre el capó del vehículo que las iba a trasladar al aeropuerto de Barajas junto al entonces marqués de Paul. Pero contra todo pronóstico, el marqués sobrevive a la operación y vuelve de Houston con ganas de recuperar el poder. Enterado de lo que firmó, encarga una auditoría y descubre la deteriorada situación económica, en ese momento, del grupo Mazacruz., que luego sería enderezaba por el nombramiento de Juan López Cohard como consejero-delegado.


El marqués de Paul intenta entonces, en un primer momento, la vía de la negociación y oferta a su hijo una pensión vitalicia de dos millones de pesetas mensuales. Carlos Altuna rechaza el acuerdo y responde presentando una demanda exigiendo el cumplimiento de los cambios accionariales firmados por el marqués en la cama del hospital. Carlos G. Maturana Larios y Príes, ante la obstinación de su hijo, presenta a su vez una querella criminal por estafa contra sus dos hijos varones y contra Coro Morales, presunta cómplice para ocultar la donación y escamotear el acta de la Junta celebrada sobre el capó del vehículo el 30 de mayo de 2000.


Dehesa de Los Llanos (Albacete)


Según las fuentes consultadas, las hojas que acreditaban aquella inusual Junta General desaparecieron del libro de actas de Mazacruz. Coro Morales Asúa, entonces secretaria del consejo de administración de la sociedad, a quien Carlos Altuna entregó los documentos, dejó constancia de que el acta se había deteriorado y había tenido que quitarla del libro. El VII marqués de Paul muere en mayo de 2004.


Un año después, 2005, la demanda que presentó Carlos G. Maturana Larios y Príes contra su hijo es sobreseída y, en cambio, el hijo gana la que interpuso contra su padre. Así se consagra como tenedor de la mayoría de las acciones del grupo Mazacruz. En febrero de 2008, la sección segunda de la Audiencia Provincial de Albacete falló a favor del actual marqués de Paul.


La sentencia número 23/2008 de 12 de febrero, daba "validez y eficacia" a la donación hecha por Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios y Príes a su hijo a través del documento firmado en mayo de 2000 en el que se le cedían las participaciones número 1 a la 135.252 de la sociedad Mazacruz, La resolución también daba validez a la declaración de Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios y Altuna como socio de la empresa y reconocía su derecho a “recibir los frutos, rendimientos y utilidades” en condición de socio y los dividendos “y parte correspondiente de las restituciones de aportaciones derivadas de acuerdos sociales de reducción de capital llevadas a cabo hasta el 16 de diciembre del 2003 (desde el 18 de diciembre del 2002) por importe de 1.056.785,76 euros”.


El tribunal también consideró probado que el anterior marqués dio estas participaciones de forma consciente "y así lo reconoció en su testamento", aunque la sentencia admite que pudo existir un arrepentimiento posterior, “ineficaz para hacerla inexistente (esta donación), puesto que vía testamento la reconoce aunque pretende su efecto colacionable” y recuerda que “jamás fue impugnada y sí ratificada vía testamento”.


También condenaba a la sociedad Mazacruz y a Bárbara Gutiérrez-Maturana Kalachnikof y sus hijas al pago de las costas procesales causadas. De esta forma, casi tres años después, Carlos Gutiérrez-Maturana-Larios Altuna regresaba a dirigir una empresa en la que ya fue parte activa.


Concretamente, el 17 de febrero de 2011 se convertía en el nuevo presidente de Sociedad Azucarera Larios (Salsa) y sustituía en el cargo a Bárbara Gutiérrez-Maturana Kalachnikof.


El 25 de febrero de ese mismo año, el Boletín Oficial del Registro Mercantil publicaba los ceses y revocaciones de poderes, así, como ya se ha señalado, los nuevos nombramientos del consejo de administración de las sociedades Dehesa de Los Llanos y Conservación Mobiliaria, afectando la renovación a todos los cargos de confianza. El 28 de enero de 2011, se había producido el mismo hecho respecto a Mazacruz.


Añadir aquí el testimonio de distintas fuentes periodísticas que no han dudado en resaltar el papel decisivo que en todo el entramado judicial en el que se vieron inmersas, tanto la viuda como las hijas del marqués de Paul, tuvo la jurisdicción de Albacete, con participación especial de algunos magistrados, como el juez Juan Manuel Sánchez Purificación.


Aunque no fue el único que tuvo una particular intervención. Otro magistrado con gran protagonismo fue Vicente Manuel Rouco Rodríguez, presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, sobrino del cardenal Rouco Varela, ex presidente de la Conferencia Episcopal. Este magistrado era buen amigo, al parecer, de María Dolores de Cospedal, ex ministra de Defensa. Una ex dirigente nacional del Partido Popular que también ha mantenido una estrecha relación con Carlos Altuna.


También son dignas de mención las amistades bien situadas de Carlos Altuna, gracias en parte a la cobertura que le había dado actuar como dueño de facto de Mazacruz. Entre ellos el rey emérito, Juan Carlos I, quien por cierto, intentó poner paz en 2009 en la guerra fratricida de los herederos del marqués de Paul.


El rey emérito pidió a Alberto Ruiz Gallardón, que ocupaba la alcaldía de Madrid, y que luego sería ministro de Justicia de Mariano Rajoy, que mediara en el entuerto. El encuentro acabó en un estrepitoso fracaso, hasta el punto de que Carlos Altuna prohibió a la viuda de su padre acceder a la finca de La Dehesa de los Llanos. Más aún, intentó desalojarla de la casa palacio pese a que allí está enterrada su hija mayor, Alejandra, fallecida en el año 2002 cuando aún vivía su padre, el malogrado VII marqués de Paul.


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Próxima entrega: La herencia Larios sigue sobre el tapete (y II)

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