Daniel Pérez, por obra y gracia de la militancia socialista malagueña se ha convertido, con casi el 80 por ciento de los votos emitidos, en el nuevo secretario general del PSOE de Málaga.
Daniel Pérez celebra su triunfo con sus compañeros. |
Tengo la seguridad de que Dani, cuando acudió a Sevilla para tratar de ser ungido por Juan Espadas como candidato, ni soñaba en que acabaría siendo la supuesta cabeza visible de la unidad del PSOE malagueño. Lo suyo ha sido el resultado de una excelente carambola, ya explicada en estas mismas páginas, o quizá de una propicia colocación de los astros. También puede ser que alguno de sus ahora fervientes seguidores le susurrara al oído la célebre ranchera, Yo soy el rey, del gran cantante mexicano Vicente Fernández, que dice “que no hay que llegar primero pero hay que saber llegar”.
Guasas aparte, el flamante nuevo secretario general tendrá, a partir de hoy mismo que ponerse las pilas, arremangarse y empezar a trabajar para obtener al trofeo que vendió antes de cazarlo, la imposible unidad del PSOE de Málaga, condición necesaria para que en su día Juan Espadas tenga posibilidades de desalojar a Juanma Moreno del Palacio de San Telmo.
No hace falta recordar que el protagonista del ‘delirium danielorum’ tenía fama de ser más flojo que que un muelle guita, no fue tan siquiera capaz de redactar ni un solo folio de su programa de Gobierno cuando intentó destronar al popular Paco de la Torre de la Alcaldía de Málaga. Pero supongo que ahora la mano que mece la cuna, léase Francisco Conejo, no dejará de tirar de los hilos para que la marioneta baile al son y al compás que sea preciso.
Aunque en la dirección del PSOE malagueño deberían cesar ya de echar las campanas al vuelo y observar con detalle los resultados de las primarias celebradas el domingo. Es verdad que Daniel Pérez ha conseguido llegar al 80 por ciento de los votos, frente a su oponente, José Antonio Gómez, que rozó un nada desdeñable 20 por ciento, pero la madre del cordero está en esa abstención del 40 por ciento, que además de mostrar desinterés en la elección, también puede hacer ver la oposición a una operación política fundamentada en mezclar churras con merinas. Un rebaño que con seguridad no será fácil pastorear.
Como conclusión, al margen de dar al recién bendecido los correspondientes 100 días de gracia, no hay que olvidar que al que a todos se aparece en este momento como Dani ‘el magnífico’, hasta hace pocas fechas los compañeros del nuevo secretario general hicieron lo imposible por borrarle de mapa. Pero eso es lo que tienen las carambolas.
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