A pocas fechas del inicio del nuevo curso político el
horizonte que se atisba en el caso de Andalucía
está plagado de incógnitas. La principal está relacionada con el actual reparto
de fuerzas de cara a la convocatoria de elecciones autonómicas, que aunque se
antoje todavía lejana, marzo de 2019, podría ser adelantada para finales de
2018, al igual que sucedió en 2015. Susana Díaz disolvió la Cámara andaluza
para celebrar nuevos comicios, cuando semanas antes había asegurado
públicamente “no hay riesgo de adelanto electoral, porque hay estabilidad
política y presupuestos”.
En este sentido, hay que destacar la decisión del Centro de Análisis y Documentación Política
y Electoral de Andalucía (Cadpea), dependiente de la Universidad de Granada, de cancelar el Estudio General de Opinión Pública de Andalucía (EGOPA) de este
verano, alegando falta de fondos. La supresión de la encuesta, que se conoce
como el CIS andaluz, ya se produjo
también el año anterior cuando el citado centro renunció a presentar el Egopa para la temporada estival
justificándolo en la ausencia de Gobierno y negando cualquier tipo de
"injerencia política", siendo la primera vez que se producía esta
circunstancia. La última Egopa se hizo pública el pasado invierno.
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Egopa Invierno 2017. |
Por lo que en la actualidad existe poca información sobre la
opinión política de los andaluces si se exceptúan las encuestas realizadas en
febrero, por encargo del Parido Popular
(PP) a la empresa consultora Bevents
Comunicación, que vaticinaba un empate
técnico entre populares y Partido Socialista (PSOE) y la
posibilidad de que el PP y Ciudadanos (C’s) lograran una justada
mayoría absoluta. Según el mismo estudio, el PP
ganaría en Almería, Cádiz, Granada y Málaga y
habría un empate técnico en Córdoba. En Jaén, Sevilla y Huelva triunfarían las candidaturas
socialistas. Podemos se quedaría con
14 escaños y podría perder un representante, al igual que Izquierda Unida (IU), que tendría 4 diputados frente a los 5
actuales.
Otra encuesta, más reciente, realizada en julio de este año
por la empresa Celeste-Tel, ofrecía
datos diametralmente opuestos. El PSOE
(con el 35,8%) volvería a ser la fuerza más votada con los mismos escaños de
las elecciones autonómicas del 2015 (47), por lo que necesitaría repetir su
pacto con Ciudadanos para continuar
presidiendo la Junta de Andalucía.
El PP (25,5%) no solo no mejoraría
sus resultados anteriores, sino que los empeoraría, al pasar de 33 a 31 diputados.
Podemos (15,2%) sumaría un
parlamentario y pasaría de 15 a 16. Ciudadanos
(9,9%) rentabilizaría su pacto con
el PSOE, convirtiéndose en el
partido que más crecería al aumentar en dos escaños. Pasaría de 9 a 11. IU (6,6%) perdería otro diputado al
bajar de 5 a 4.
Pero estos datos, interesantes para el análisis, pero que
son ya agua pasada, podrían estar muy condicionados por lo sucedido sobre el
escenario político en las últimas semanas, no sólo a nivel regional, sino
también por lo acaecido en el ámbito nacional. Desde la corrupción que ha
bañado a los populares, pasando por
las primarias federales en el PSOE,
la situación económica y el proceso soberanista en Cataluña, entre otras muchas acontecimientos.
Pero, además la actuación de las principales fuerzas
políticas andaluzas también se podrá ver condicionada por sus diferentes
situaciones internas. En el PSOE su
deriva política vendrá marcada no sólo por la celebración de su reciente
congreso regional, sino también por el
proceso abierto de elecciones primarias
a nivel provincial, en que susanistas y
sanchistas volverán a medir sus
fuerzas otra vez y que, sin duda, determinarán las decisiones futuras de Susana Díaz.
En el PP andaluz,
donde el liderazgo y nivel de conocimiento de Juan Manuel Moreno Bonilla no termina de cuajar, las heridas que
dejó en sus filas el experimento de las primarias
no terminan de cerrarse. Casi tres meses después de que concluyese el difícil
proceso de congresos provinciales, las cicatrices siguen abiertas en algunas
provincias, como Jaén o Sevilla, donde el enfrentamiento entre
críticos y oficialistas fue más acusado. No hay que olvidar que las divisiones internas
siempre son castigadas por el electorado.
En Podemos, al
margen de las diferencias internas surgidas en algunos de sus grupos a nivel
local, como en Cádiz o en
Málaga, tras el proceso electoral bastante reñido en 2016, en la que
se impuso la actual portavoz en el Parlamento andaluz, Teresa Rodríguez, la calma reina en la organización, salvo los
puntuales brotes ya citados y una vez superado el proceso de Vistalegre II, desde el que la organización andaluza parece gozar de un
elevado nivel de autonomía respecto a la dirección encabezada por Pablo Iglesias. Destacar también que Teresa Rodríguez acaba de animar al PSOE-A a replantearse la alianza que
mantiene con Ciudadanos en Andalucía para así demostrar que
"es posible salir de la crisis económica en clave de igualdad y de
recuperar derechos".
Con lo que respecta a Ciudadanos
en Andalucía, su máximo dirigente, Juan Marín, parece seguir la misma
estrategia que ésta formación a nivel nacional encabezada por Albert Rivera, colocarse siempre de perfil. Los casos más recientes los
encontramos en su posición sobre la bonificación sobre el impuesto de
ciudadanos o en la postura sobre la necesidad de proceder al desmantelamiento
de la Agencia de Innovación y Desarrollo
de Andalucía (IDEA) encargada del desarrollo económico y empresarial de la
comunidad andaluza.
Ciudadanos en
Andalucía tampoco se libra de algunos conflictos de carácter interno,
destacando el malestar por la no presencia de Málaga en la nueva dirección nacional conformada por Albert Rivera tras su último congreso
nacional.
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