Habría que haber tenido mucha imaginación para, hace tan
solo unas cuantas semanas, dibujar el escenario político que hoy ofrece España. La realidad es que los
ciudadanos españoles asisten a un espectáculo con un final que presenta una
buena dosis de incertidumbre y grandes cantidades de preocupación.
Circulan muchas tesis sobre la mano que prendió la mecha que
provocó el estallido de la llamada cuestión
catalana. Un asunto que se abordará en estas líneas sólo para decir que la
gravísima secesión planteada, no ha sido una aparición mariana, sino el resultado de un proceso de envenenamiento
provocado, en gran medida, por la inacción e buena parte de las fuerzas
políticas y, especialmente por interés del Partido
Popular (PP) de utilizar, de
forma reiterada, este asunto como arma electoralista. No hace falta recordar su
actuación frente al vigente Estatuto.
Y tampoco olvidar que los hechos citados
han puesto en solfa los derechos democráticos esenciales de todos los
españoles.
Es el escenario descrito el que ha conseguido tapar los
problemas que, según los sondeos más preocupan a los ciudadanos. Empezando por
el desempleo, la precariedad laboral, la corrupción generalizada, o las
políticas antisociales de la derechona,
que han desembocado en los asfixiantes recortes en los derechos y libertades de
la gran mayoría. La situación actual también ha puesto en evidencia otra grave
consecuencia, un nuevo episodio de la división de la izquierda.
Pedro Sánchez ha demostrado su capacidad de liderazgo en la izquierda. |
Es aquí donde hay que retroceder un poco en el tiempo para observar
el modélico proceso de regeneración interna que vivió el Partido Socialista (PSOE),
con un ejemplar proceso participativo por parte de la militancia y de los
simpatizantes, basado en las elecciones primarias,
que desembocó en el regreso al poder de Pedro
Sánchez, como secretario general de los socialistas.
Un regreso, que se produjo, junto a un proyecto político que
contiene, de forma clara y concisa, todos los ingredientes precisos, para
demostrar que la nueva socialdemocracia, que lidera Sánchez, es la única alternativa visible al modelo corrupto y
degenerativo del propio sistema democrático que encarna la derecha.
Este argumento se basa en el hecho que señala, a fecha de
hoy, la última encuesta conocida. El PSOE
se encuentra ya a menos de tres puntos del PP
en intención de voto. Por lo que se hace más evidente todavía que el Partido Socialista es la única alternativa
clara a las políticas de los populares, apoyadas en Ciudadanos, organización de la que se puede decir que su mayor
virtud se encuentra en mirar para otra parte.
Una muestra del liderazgo del PSOE se encuentra en la propuesta que demuestra su voluntad
regeneradora y modernizadora de España.
La creación, ya en marcha, de la Comisión
para la Modernización del Estado Autonómico, que respetando los logros
indudables del que algunos llaman el proceso
del 78, que sin duda alcanzó las mayores cuotas de progreso y bienestar de
la reciente Historia española, debe desembocar en la reforma de la Constitución.
Una reforma que precisará de un amplio consenso
parlamentario y que, por supuesto, también deberá lograr el apoyo de las fuerzas de la izquierda
española, como es el caso de Podemos.
Quizá, las fechas que vivimos, inmersos en la campaña electoral del 21-D, no son las más propicias para
lograr los acuerdos necesarios. Habrá que esperar hasta que finalicen las
autonómicas en Catalunya. Pero
teniendo claro que la regeneración democrática y de la modernización de la
estructura del Estado no admite más
demoras.
¿En serio? De momento sólo veo que Sánchez en su momento confesó a Évole que empresarios como Cebrián y Alierta le impedían pactar con la izquierda (Podemos) y hacer políticas de izquierda. Ahora, las cosas han cambiado. Sigue atacando a Podemos y sin hacer políticas de izquierda pero al menos sabemos por qué.
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