Después de unas jornadas de trepidante actividad
informativa, que comenzó con la victoria de la moción de censura de Pedro Sánchez, la caída, impensable
hace pocos días, de Mariano Rajoy,
la formación del nuevo Gobierno de España
y, por qué no decirlo, la designación de la periodista Soledad Gallego-Diaz, al frente de la cabecera del emblemático
diario El País, se antojaba una
especial y óptima configuración de las estrellas, ha comenzado, sin remedio, el
tiempo del cambio.
No hay que olvidar y siempre recordar, que el nuevo
escenario político que se abre ante la ciudadanía, se debe al acuerdo de un
conglomerado de fuerzas políticas, ocho en total, cada una de su padre y de su
madre, que coincidieron en la necesidad de terminar con una etapa de la
democracia española que había llegado al límite.
Pedro Sánchez promete su cargo en La Zarzuela. |
La primera sentencia del caso Gürtel, solo fue la espoleta que provocó la explosión de una
situación en la que además de imperar la corrupción, estaba dañada por el
fuerte retroceso en derechos y libertades elementales y por una larga serie de
políticas que tenían sumido al país en umbrales de pobreza, desigualdad y
precariedad que no se recordaban desde los tiempos de la postguerra española.
Esas fueron las razones legítimas para que 180, más de la
mayoría absoluta necesaria, de los 350 diputados que componen el Congreso, que representan, según el
número de votos de las últimas elecciones generales del 26 de junio de 2016, la
voluntad de más de 12 millones de electores, frente a los 11 millones que
respaldaron al Partido Popular y Ciudadanos, contrarios a la moción de
censura, decidieran abrir la puerta al necesario tiempo del cambio.
Es cuestión baladí afirmar que los tiempos que se avecinan
no serán fáciles, creo que nadie ha dicho que lo vayan a ser, pero lo que sí
parece claro, es que se dan las condiciones necesarias para que el fruto del
esfuerzo colectivo se convierta en una fuerza transformadora que cambie el
erróneo rumbo que llevaba España. Además, se contará con la herramienta esencial que supone el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, que en mi humilde opinión es el que posee más brillo propio desde la vuelta a la democracia.
En el camino que ahora emprendemos será esencial mantener la
generosidad política que alumbró la moción de censura así como la conjura para
mutar los daños que la derechona de
siempre ha infligido a la gran mayoría de los ciudadanos. También es esencial,
en el período provisional que se abre, mostrar la voluntad de resolver la
terrible herida abierta a causa de la llamada cuestión catalana.
Es menester atender las clamorosas demandas sociales, al
tiempo que encauzar las reformas estructurales, que por culpa de la acción de
la derecha y también, de las circunstancias políticas, han hecho que España vaya con mucho retraso en la
senda del progreso y el desarrollo, en relación a los países del entorno
europeo.
Se ha hablado mucho estos días del ejemplo de Portugal, un modelo a seguir, en cuanto
a la adaptación a sus necesidades y no a las crueles exigencias de Bruselas y del FMI. Portugal ha
demostrado que otra forma de hacer política es posible, sin dejar de cumplir
los compromisos adquiridos con la Unión Europea
y los acreedores.
El timón de la nave le corresponde en esencia al flamante
presidente Pedro Sánchez, que en su
primera intervención pública tras tomar posesión de su cargo ante el Rey, prometió que su Gobierno tendrá
como objetivo “escuchar, dialogar y anteponer siempre el consenso a la
crispación” en la política española e internacional.
Una fórmula, que a tenor de las primeras declaraciones del
resto de las fuerzas políticas que apoyaron la moción de censura, parecen ser
el denominador común de las acciones que España
necesita para volver a creer en un horizonte cargado de esperanza e ilusión.
Vídeo: Acto de toma de posesión de Pedro Sánchez.
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